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Binge Watching

Segura, firmó el documento. Le debe al encierro la cura de su adicción al tabaco. Trata de darse ánimos con su pérdida de peso, cada vez que se agita al caminar. La peste desapareció, pero no el coraje. El puto coraje de solo pensar que él o que su familia abriera las puertas de su casa al virus. Se odian más que nunca, esos días de miseria tienen nombres y apellidos. Se culpan uno al otro. Su acta de divorcio quedó archivada al lado de otras miles de actas, con los nombres de los que perdieron más que una relación.

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